miércoles, 8 de abril de 2009

Crónica de una visita esperada

La perfección, la moral, la disciplina, y su talento se refleja en sus obras sin comparación en nuestra lengua. Una extraordinaria ruta, significativa, en donde hasta su candidatura a la presidencia cobra sentido.
Don. Jorge Mario Pedro Vargas Llosa hace que los peruanos amantes de las letras, se sientan apasionados con sus escrituras. Que cuando conversemos en la catedral, o miremos fijamente una casa verde nos acordemos de una ciudad llena de perros buscando un paraíso en la otra esquina para luego, celebrar con la fiesta del chivo y estar junto a los jefes que participaron en la guerra del fin del mundo.
Hoy no anotaré en los cuadernos de don Rigoberto, pero si recordaré esos breves minutos cuando pude escuchar unas cuantas palabras de nuestro tan laureado escritor.
Día 24 del primer mes del año, nuestra Universidad tendría la magnifica oportunidad de contar con la presencia de Don Mario Vargas Llosa, aquel gran escritor contemporáneo de los maleficios del poder, quien ha explorado con más minuciosidad y potencia la atmósfera que rodea a los dictadores y los autoritarios del mundo.
Don Mario Vargas Llosa sería condecorado como Doctor Honoris Causa ante un impresionante marco. Condecoración que obedece al programa de cultura de gratitud y reconocimiento a aquellos personajes y profesionales que contribuyen al desarrollo del país.
Al promediar las 11:05 de la mañana el tan esperado escritor hizo su llegada a nuestro recinto, auditorio “Héctor Acuña Cabrera”, en la entrada fue recibido por el Director de Imagen Institucional, Lic. Juan Carlos Castillo Burga. Ya en sala de recepción, nuestro Rector Fundador, el Ingeniero César Acuña Peralta le estrechó la mano junto a todas las autoridades vallejianas y de nuestra región.
Vargas Llosa escuchaba atentamente la breve reseña de nuestra casa superior de estudios. “Hemos crecido en casi todo el norte del Perú, ahora esperamos extendernos por el sur, para así seguir contribuyendo con el desarrollo del país, que es parte de nuestra visión, recalcaba César Acuña.
Los minutos avanzaban y Vargas Llosa enaltecía la gran solidez del consorcio. Era momento que la ceremonia debería enrumbarse, para ello, las vestiduras, los atuendos – togas – esperaban ser utilizados por los académicos, rector fundador, rector y homenajeado estaban listos para hacer su ingreso al salón principal.
Los flashes de las cámaras y un sinnúmero de hombres de prensa, abarrotaron el ambiente, el respetable recibió de pie entre aplausos a nuestro gran escritor. Aquel que ha descrito la intimidad de un hombre enfrentado al espejo de su baño y las consignas de un líder militar enfrentado a sus soldados. Todos los personajes de la galería de lo humano aparecen en sus libros. Su experimentación con el lenguaje ha sido permanente.
Es uno de los pocos escritores en el mundo que domina estilos diversos que con frecuencia fusiona y contrasta en sus novelas. No parece haber una zona de la vida o una forma del lenguaje cuyo interés le sea ajeno.
Ya en el estrado, Don Mario Vargas Llosa escuchaba atentamente las palabras del Rector, Dr. Sigifredo Orbegoso, quien en un breve mensaje pudo descifrar su tan perfecta carrera de escritor. La presentación no pudo ser más emotiva.
El Dr. José Huamán Delgado tuvo a cargo la lectura de la semblanza del autor de “La Ciudad y los Perros. Sus novelas no son una recreación sino una impugnación de la vida. Esta capacidad de impugnación y de crítica lo define. Cuando entra en una discusión de ideas, es un luchador cuyos argumentos crecen y se hacen más complejos en medio del intercambio.
Al escuchar muchas de las palabras acerca de su vida, recordaba aquel momento, años atrás, cuando leía “El Paraíso en la Otra Esquina”, o cuando mi mente “pervertida” repetía las imágenes de “Pantaleón y las Visitadoras”.También revoloteaban mi cerebro algunas de las frases de “La Ciudad y los Perros” ¡Que me mira cadete!, sin duda que me sentía agradecido por estar presenciado tan grato momento.
Nuestro Rector Fundador fue el encargado, luego de la lectura de la Resolución, de colocar la Medalla y hacer entrega del Diploma que le concede el grado de Doctor Honoris Causa.
Era el turno del homenajeado. En sus primeras palabras dijo: a veces hasta a los mismos escritores nos hacen faltan palabras para explicar o expresar nuestros sentimientos, quizás sea porque nos embarga una emoción que no cuenta con una explicación.
“Estoy profundamente emocionado y agradecido por esta distinción, por las palabras tan generosas que la han acompañado y por la presencia cálida de todos ustedes - dirigiéndose al auditorio-. Verse asociado simbólicamente al claustro de una universidad no es sólo una ocasión de alegría, es también un mandato de rigor ético e intelectual”.
Don Mario, crítico también de su propia imagen. Trasgresor permanente de sí mismo, puede lanzarse a tentar la presidencia de su país y puede actuar sobre un escenario.
“Así recibo este Doctorado Honoris causa de esta universidad joven, pujante. Un eslabón en una cadena de instituciones académicas que se extiende por el Perú y que lleva el nombre ilustre de César Vallejo” palabras que dejaban en silencio absoluto al respetable.
Entre el ruido de la puerta, donde me encontraba, escuchaba sus palabras: el trabajo de un escritor es un trabajo solitario que se hace retirándose del mundanal ruido, enfrascándose en un mundo privado, de sueños, de fantasmas de anhelos y todos los escritores que gozan desde luego con esa hermosa profesión que es la de la literatura, padecen pruebas difíciles y retos que a veces parecen abrumarnos y derrotarnos.
“En esos momentos difíciles yo recordaré siempre esta mañana donde se han dicho cosas tan exageradamente generosas sobre mi persona y mi obra, recordaré la calidez, la hospitalidad, la generosidad de los trujillanos que me han honrado haciéndome Doctor Honoris Causa de la Universidad César Vallejo”.
Al concluir con su breve, pero muy significativo agradecimiento, César Acuña Peralta, hizo mención que hoy – sábado 24- es un día muy especial para la Universidad César Vallejo, por tener la dicha de reconocer a un señor, a un maestro, la mirada de nuestro Rector Fundador era para el homenajeado.
Vargas Llosa es amigo de todos los peruanos, es un hombre que día a día hace grandes cosas por nuestro país y creo que todas las universidades deberían imitarnos.
César Acuña, emocionado por tener en su casa, en la casa de toda la familia vallejiana, replicaba el alto honor que siente como rector al condecorar a nuestro tan grande escritor. Que bueno es saber que todos los triunfadores ahora pasan por nuestra universidad y aceptan ser reconocidos por nosotros, eso refleja que seguimos creciendo y que lograremos ese cambio que tanto anhelamos.
Y es así como se desarrolló este magno evento, que de habérmelo perdido, me hubiese sumergido en un sitial acompañado de lágrimas por no haber estado presente ante cálida y emocionante ceremonia.





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