jueves, 15 de octubre de 2009

Nuestro deber es informar con la verdad

Por: César Lescano Gavidia.- Es grato saber que a veces somos queridos, necesarios y condecorados. En otras, odiados, perseguidos y avergonzados. Y es que como sea, pero los periodistas peruanos debemos reflexionar diariamente y más aún cuando el primero de octubre celebramos nuestro día.
Pero hagamos un poco de historia. El día del periodista se le debe a Antenor Escudero Villar, un extraordinario hombre de prensa quien no solo tuvo la genial idea, sino el total y rotundo apoyo de los asistentes en pedir por escrito al gobierno del General Manuel Apolinario Odría, reconocer el Día del Periodista Peruano cada 1 de octubre en honor al día en que apareció el primer diario del Perú y América, el Diario de Lima, fundado por Jaime Bausate y Mesa.
El General Odría aceptó el pedido en su integridad, pero fue recién el 1 de octubre de 1953, es decir, tres años después, que mediante Decreto Supremo 2521 se instituyó el Día del Periodista Peruano, y ya en 1989, con el ex presidente Alan García Pérez, un 21 de enero toma fuerza de Ley 25001.
Pero la prensa ha pasado a lo largo de la historia por amargos momentos. Nadie olvida a aquellos malos periodistas que se vendieron al régimen corrupto de Vladimiro Montesinos y del ex presidente Alberto Fujimori. Ante ello, hoy es importante reflexionar y no olvidar lo necesaria y vital que es la ética en la profesión, esos tristes episodios no se deben volver a repetir.
Entonces desde ese momento cabe acuñar la frase: "Informad al pueblo los hechos con verdad," está escrito y éste debe ser el mandamiento que toda persona que ejerce el periodismo debe enarbolar, porque el derecho del público a la información es unos de los principios medulares de la sociedad.
El poder de la información debe estar siempre en manos del pueblo. Esta reflexión nos hace cuantificar y cualificar el valor en dedicación y sacrificios de aquellos que tienen la obligación de producir la información, pero información con objetividad, con veracidad, en suma con ética en la comprensión que "el conocimiento gobernará siempre sobre la ignorancia".
Hoy en día en nuestra patria vivimos un periodo de rápido progreso tecnológico, en medio de una explosión de métodos o formas para obtener, producir y emitir la información creándose un sistema nervioso, intrincado e instantáneo que configura los valores y la cultura; las personas quedamos más estrechamente vinculadas entre sí, porque vemos los mismos programas, las mismas noticias, los mismos comerciales vale decir la globalización ha reducido las diferencias locales, regionales.
Los medios de comunicación nos proporcionan una experiencia común y compartida. Frente a esta aceleración de métodos para recopilar y distribuir información, los medios se han vuelto empresas comerciales que dependen del factor económico y por tanto, los propietarios hacen todo por complacer al poder económico, que hoy en el Perú, depende del poder político.
Poco les importa ser leales a la audiencia o la lectoría y algunos periodistas convierten su información en nauseabunda mercancía olvidando que la libertad de información, de opinión, de expresión, es potestad del pueblo sobre el poder económico y político y no el poder económico y político sobre el pueblo. "El pueblo que aspira a gobernarse por sí mismo debe obtener el poder que el conocimiento confiere".
No confundamos ni desnaturalicemos el concepto del derecho para el ejercicio de la libertad de expresión, la libertad de prensa. como algunos venimos asumiendo; porque tiene razón el pueblo democrático cuando critica a algunos periodistas y medios de comunicación de tener conducta nociva, de ser poco equitativos, irresponsables o sencillamente arrogantes, que sin ninguna consideración, muchas veces se lesionan honras, se tuercen principios y sobre todo se desgarra al Perú.
La Declaración Hemisférica sobre la Libertad de Expresión (Declaración de Chapultepec), prescribe que "la libertad es una, pero a la vez múltiple en sus manifestaciones: Pertenece a los seres humanos, no al poder" sin libertad no será posible el ejercicio democrático y sin éste no podrá existir libertad de expresión.
Entonces, "la libertad de expresión motor y punto de partida de los derechos básicos del ser humano", es consecuentemente baluarte contra todo abuso de autoridad. Todos sabemos que "a los hombres se les apremia constantemente a aprender a convivir". Es una ardua labor. Derrumbemos el paradigma que cada vez que hacemos frente a disputa y dificultades sin precedentes, volvamos la vista al gobierno como el árbitro obligado.
En Chapultepec se ha declarado que "la lucha por la libertad de expresión no es tarea de un día; es un afán permanente; es el aliento cívico de una sociedad. Defender el día a día es honrar a nuestra historia y dominar nuestro destino". Que esta fecha nos inspire a renovar el compromiso de seguir defendiendo la libertad de expresión como homenaje a aquellos colegas periodistas que buscaron la verdad, la hicieron suya y murieron por ella.
Yo soy un joven periodista, un aprendiz, un personaje en crecimiento, un prospecto de escritor y un difuso en mis ideas, pero con esas ganas locas de hacer creer a los demás sobre lo que sucede cerca de nosotros, dicen que nuestra labor como periodistas o ahora llamados por muchos comunicadores comporta la exigencia y la conciencia de ser voz hablante. Voz que genera, multiplica, instala y legitima realidades.
Y como toda labor presenta desafíos que se deben enfrentar. Por ejemplo, revisar la concepción misma de la actividad... Comunicadores que no se preguntan, no se cuestionan y se instalan en “lo establecido” corren el riesgo de perpetuarse en escandalosa indigencia intelectual.
Una vez instalados en la rutina, grande puede ser el riesgo de construir informaciones buscando, casi en exclusividad, la espectacularidad a todo trance y, como consecuencia, excluir. Excluir sectores socio-económicos, excluir fuentes informativas, excluir espacios geográficos, excluir personas y personalidades.
De otro lado, es necesario el discernimiento sobre la dimensión teórica de la comunicación. El pragmático obra sin grandes miramientos a las consecuencias teleológicas de su accionar. El académico – y gran parte de los comunicadores provienen ahora del mundo académico- se pregunta, mira lejos, es curioso y no teme a la innovación porque está en permanente revisión de conceptos y dogmas a la luz de las nuevas realidades, mientras permanece fiel a un conjunto de principios que norman su proyecto de vida personal y social.
El comunicador, el periodista, es un trabajador intelectual, trabaja con ideas, y como asegura Isaías Berlin, “Menospreciar y negar poder a las ideas y los ideales esconde la más de las veces, intereses materiales disfrazados de eficiencia”.


Artículo publicado en el Vespertino Satélite el día 30 de Septiembre