viernes, 2 de enero de 2009

El fútbol, nuestro tan amado deporte, sin actitud y en decadencia


Por: César Lescano G.- Siempre he querido escribir sobre fútbol, pero jamás pase de notas periodísticas o crónicas de una que otra vivencia con el equipo que representa a la Universidad César Vallejo. Vivencias suscitadas en dos oportunidades, en la ciudad de Huaraz y Sullana donde tuvo que enfrentarse a sus similares del Sport Ancash y Alianza Atlético.
Quizás el 2008, fue el año que pude entender la pasión por el deporte rey. Pasión con la que miles de personas vibran en un estadio por ver las jugadas de los once guerreros que tratan de hacer lo imposible por llenar de goles el arco contrario.
Recuerdo que cuando escuchaba hablar de fútbol, muchos decían que nuestro país se encuentra en una especie de cuidados intensivos, debido a su mediática forma de ser conducido en forma informal, lejos del perfil moderno que manejan países que han alcanzado convertir a sus selecciones en exitosas. Éxito por los títulos alcanzados y el reconocimiento de gran parte del mundo.
Sin embargo, para que todo esto cambie deberíamos implementar y/o insistir a que elaboren programas adecuados, de largo aliento, con énfasis en el trabajo con los menores. La obligación que deben tener los clubes a permanecer activas sus respectivas divisiones menores, dicen los expertos.
A pesar de la mala conducción de nuestro tan amado deporte no dejamos de apoyar a quienes nos representan. Me lleva a la memoria muchas tardes y noches cuando vibramos frente a un televisor o en un estadio por ver jugar a nuestra selección, pero sin duda imagino que mis antecesores vibraron mucho más al oír narrar un partido por radio de nuestras viejas glorias del fútbol.
Entonces me pregunto tal y como lo hiciera – sin encontrar respuesta – el célebre escritor peruano Mario Vargas Llosa en su novela ‘Conversación en la catedral’, ‘¿En qué momento se jodió el Perú? Claro que para los amantes del fútbol enfocamos la pregunta desde una perspectiva futbolística. Quien escribe estas letras nunca vio jugar a nuestro país en un mundial y quizás esa sea la búsqueda a tan efusiva interrogante.
Para entender esta infinidad de dudas del porque no hemos podido llegar a tan preciada competencia desde el último mundial – que participamos - en España en el año 1982 – aún no nacía – cabe recabar un sinnúmero de opiniones y teniendo gran información citada por expertos en la materia, expongo una de ellas.
No hace mucho el gran Teófilo el “Nene” Cubillas tuvo la gentileza de estar unas horas por tierras trujillanas y es donde recalca quizás una de las razones de porque nuestros futbolistas suelen pensar con actitud negativa, la cual para él es uno de los factores preponderantes para que nos sintamos perdedores antes otros equipos del continente.
Quizás, lo ideal sería que para empezar deberíamos cambiar nuestra conducta de vida, recuperando los valores morales y la decencia que se ha ido perdiendo de a pocos. Que el peruano se sienta peruano de verdad, que ame y defienda su tierra como a su familia, no ser peruano solo de nacimiento sino por amor, estar orgullosos de nuestra cultura, superando complejos ridículos de inferioridad y/o superioridad.
Tomando ejemplos de países mucho más desarrollados en lo deportivo, lo ideal sería, entonces, que cada club que participe en el torneo profesional tuviera todas sus divisiones inferiores completas y en competencia de manera alterna al campeonato de primera división. La participación del futuro futbolístico de nuestro país sería en masa, así se les estaría dando la continuidad y experiencia que necesita todo jugador de fútbol sin excepción. Pero para organizar algo así debemos volver a ver hacia arriba, a los más exitosos.
Lo más indignante no es esto, sino lo que hacen muchos futbolistas que amparados en esta historia vacía y negativa, comentan (sin la menor molestia) después de cada fracaso: “Lamentablemente es nuestra realidad”, ‘No es nuestra culpa, esto viene desde hace mucho tiempo’.
El “Nene” en su intervención señalaba que si vamos a adoptar esa filosofía facilista, mejor no volvamos a participar en ninguna competencia Internacional, porque si nuestros futbolistas se creen incapaces de modificar la historia: ¿para qué diablos compiten? Esa tonta frasecita – ¿será peruano su autor?– que afirma que ‘lo importante no es ganar sino competir’ es una aberración más grande que el Estadio Nacional, ésa es la frase de los fracasados. ¿No se dan cuenta que es ése pesimismo es el que no les permite lograr algo importe?
Tomé mucha atención a aquellas frases del “Nene Cubillas”, que sin duda, era indispensable tomarlas en cuenta por la experiencia que cuenta nuestro tan laureado deportista.
Terminando de escribir estas letras, quedo convencido, que a pesar de mi corta edad tengo la certeza que el fútbol peruano nunca ha alcanzado un lugar de renombre, esa es una verdad absoluta, pero también es cierto que nadie se anima a construir poco a poco una historia grande para nuestro fútbol.
Sé que no vamos a clasificar a Sudáfrica 2010, pero a pesar de eso alentaré (como el que más) a mi equipo, me ilusionaré si arrancamos ganando, me pondré de pie si veo que el loco Vargas se desborda por una de las bandas del gramado y logra en los últimos segundos anotarle un gol a los grandes y me exaltaré, más aún, si llegamos a las postrimerías de las eliminatorias con algunas chances, pero estoy seguro que mientras este mediatismo –por el objetivo a corto plazo – persista nunca más estaremos en un mundial de fútbol. Porque si no empezamos desde abajo no habrán resultados, los logros no se consiguen de golpe, el éxito es un vasto proceso que conlleva generaciones futbolísticas perdidas.
El más claro ejemplo es Argentina. Los albicelestes luego de ser inesperadamente eliminados por los peruanos en 1969 se replantearon las cosas. Hicieron una reingeniería de su modelo futbolístico y los resultados se dieron casi una década después cuando ganaron la Copa del Mundo en 1978.
Nosotros no queremos un proceso a largo a plazo, pareciera que confiamos en el azahar, en un golpe de suerte que nos haga llegar otra vez a un mundial. Pero lo dijo Voltaire: “Azahar es una palabra vacía de sentido, nada puede existir sin causa”.
Entonces, cabe la conclusión que para mejorar en cualquier aspecto de la vida lo primero que se debe hacer es trazarse un objetivo claro, conciso y ambicioso, el cual esté estructurado por diferentes etapas debidamente estudiadas, que al ser alcanzadas marquen el paso a una evolución y por consiguiente al éxito final.
El fútbol es parte de nuestras vidas, por lo tanto, no se exime a esta teoría, o sea que si no se tiene la posibilidad de crear una metodología capaz de reformar fracasos, el estudio y la investigación de los exitosos debería ser la medida inmediata a la cual recurrir. Cuando reconozcamos este pequeño detalle estaremos empezando a cambiar.